A cada elemento que forma
el estereotipo se ha identificado un factor que califica y hace a la mujer en la formación del mismo, que solo permite identificarla
mediante una característica que la asemeje. Es por esto que se observa una
disociación de la mujer, se deduce lo anterior, puesto que, se observa que la
mujer es estereotipada, identificándola con solo una característica (elemento),
y no vista como una suma de sus características, esto guarda intima relación a
lo que se busque vender en el discurso publicitario, se presentan estos modelos
de estereotipos disociados en función al tipo de identificación que se persiga.
En el mercado los individuos
ofertan y demandan bienes y servicios, las personas, igual que los objetos de
consumo, deben perpetuarse en un nivel de deseabilidad, de ser consumidas para
evitar ser descartadas y ser relegadas a una situación de total marginalidad. De
esta manera, los individuos se deben producir como objetos vendibles en el
mercado, el cual se torna cada vez más exigente, competitivo y contradictorio.
Además se observa que dos de
los estereotipos se presentan como extremos polarizados imposibles de unirse
y/o complementarse, estos son los de mujer-sexo y mujer –ama de casa.
Una de las discriminaciones
directas más evidentes a que se ven sometidas las mujeres es sin duda la
esclavitud de la imagen que según el modelo de sociedad imperante debe tener y
los procesos a los que tiene que someterse para ajustarse al prototipo que se
le asigna.
Las mujeres deben permanecer
jóvenes, delgadísimas, etéreas, sumisas, los mensajes repiten, a veces sutiles
pero casi siempre claros y directos, que sus puestos en la sociedad, en el
hogar y en la empresa están condicionados por la calidad de su pelo, por lo
bien que huele o por lo eficaz que es comprando un detergente u otro, sin que
se oigan protestas al respecto, salvo en casos muy sangrantes, de ningún sector
social.
La publicidad no sólo es una
herramienta comunicativa al servicio del estímulo de las actitudes de compra y
del fomento de hábitos de consumo. Es, además, y sobre todo, una eficacísima
herramienta de transmisión ideológica. En efecto, casi nadie niega ya que los
anuncios tienen una influencia determinante en la transmisión cultural de
valores y de actitudes, en la educación ética y estética de la ciudadanía y en
la globalización de los estilos de vida y de las formas de percibir el mundo en
nuestras sociedades.
Todo esto involucra una
innumerable cantidad de detalles que son recibidos directa o indirectamente por
el público, todo depende de la recepción y la asimilación del mensaje, sin
dejar de lado el contexto, cada cual tomara su postura ya sea como un publico
disperso o como publico presente.